Reseña del libro "El Arte Argentino Hacia el Mundo"
Poco a poco, gradual y lentamente, sin prisa pero también sin pausa, las artes visuales argentinas han ido conquistando un lugar destacado en el panorama mundial, sobre todo en las últimas décadas. Firmas que comercian y mueven verdaderas fortunas en sus transacciones, como Sotheby´s o Christie´s, han ido incluyendo en sus remates a artistas nuestros de muy bien ganado renombre, y con cotizaciones, a veces, que los ubican cómodamente en el mismo lugar de privilegio de los auténticamente grandes, de los verdaderamente valiosos, lo que confirma la condición de excepcionalmente artístico de sus obras. Claro que sólo mejorando y desarrollando las características de sus trabajos, nuestros creadores, y especialmente los de un futuro que ya no se ve ni se siente como demasiado lejano, podrán acrecentar esa situación de privilegio. ¿Y cómo lograrlo? Socializando el arte. Lo que no significa cultivar un arte 'socialista': como las detestables muestras de éste que florecieron especialmente en la reciente y por demás prolongada dictadura soviética, más de siete décadas de espantosa y lamentable mediocridad.Se trataría de establecer, mediante promisorios programas de enseñanza, esos contundentes tesoros artísticos de los que es señalada portadora toda criatura en su infancia y que luego, y debido a esas infortunadas pero no del todo imprevisibles desgracias en las que parece afianzarse la vida, no dejan después nada de esos mismos tesoros. Desde luego que, de poder hacerlo, fomentaría la creación, y absoluta independencia, de un ministerio de arte, de una estructura externa similar a la del de Educación, pero no del de Cultura. Porque este último se va construyendo sobre lo ya hecho, no sobre lo que hay que hacer, con el amplio panorama de un futuro al cual tanto maestros como alumnos han de contribuir por igual. Sembrarán así en tierra propicia las semillas de un arte lozano y a la vez perdurable, que nada tenga que ver con las mal llamadas 'culturas' televisiva y futbolística, que con respecto a la auténtica sólo son sus declinables mortajas. No. La creación de un ministerio de arte tendería, antes que cualquiera otra cosa, a valorar como esencial en la formación de una personalidad todas las manifestaciones de la creación, que el viejo, respetado y querido Sigmund Freud consideraba que era la sublimación de una neurosis, centradas precisamente en las artes visuales, también conocidas como plásticas.
